АвтоАвтоматизацияАрхитектураАстрономияАудитБиологияБухгалтерияВоенное делоГенетикаГеографияГеологияГосударствоДомДругоеЖурналистика и СМИИзобретательствоИностранные языкиИнформатикаИскусствоИсторияКомпьютерыКулинарияКультураЛексикологияЛитератураЛогикаМаркетингМатематикаМашиностроениеМедицинаМенеджментМеталлы и СваркаМеханикаМузыкаНаселениеОбразованиеОхрана безопасности жизниОхрана ТрудаПедагогикаПолитикаПравоПриборостроениеПрограммированиеПроизводствоПромышленностьПсихологияРадиоРегилияСвязьСоциологияСпортСтандартизацияСтроительствоТехнологииТорговляТуризмФизикаФизиологияФилософияФинансыХимияХозяйствоЦеннообразованиеЧерчениеЭкологияЭконометрикаЭкономикаЭлектроникаЮриспунденкция

La sociedad como sistema social omniabarcador

Читайте также:
  1. Checklist of social psychology research
  2. for social pedagogy
  3. General Characteristics of XIX-XX Centuries’ Philosophy. Historical Social and Cultural Grounds for Its Development
  4. La sociedad
  5. Man as Biopsychosocial Being
  6. Psycho social Stage 1 - Trust vs. Mistrust
  7. Sistemas que procesan sentido
  8. Social class stratification.
  9. Social English
  10. Social impacts
  11. Social Learning Theory

 

La teoría de la sociedad es la teoría del sistema social omniabarcador, que incluye en sí los demás sistemas sociales. Esta definición es casi una cita de las notas introductorias de la Política de Aristóteles. Con esto nos ponemos en conexión con la tradición véteroeuropea por lo que respecta al concepto de sociedad.

La sociedad será entendida como un sistema y, como se ha dicho la forma del sistema no es otra cosa que la distinción entre sistema y entorno. Sin embargo, esto no significa absolutamente que sea suficiente la teoría general de sistemas para que en virtud de un procedimiento lógico se pueda deducir qué se ha de entender como sociedad.

Más bien es necesario proceder a ulteriores determinaciones, especificando primero la peculiaridad de los sistemas sociales y luego, dentro de la teoría de sistemas sociales, especificando la peculiaridadd del sistema de la sociedad. Sólo así se podrá explicar qué se esta implicando cuando se designa a la sociedad como sistema social omniabarcador.

Por eso debemos distinguir tres diversos niveles en el análisis de la sociedad:

- La teoría general de sistemas, y en ella la teoría general de los sistemas autopoiéticos;

- La teoría de sistemas sociales;

- La teoría del sistema de la sociedad como caso particular de la teoría de sistemas sociales.

La teoría general de los sitemas autopoiéticos exige que se indique con precisión la operación que realiza la autopoiesis del sistema y que de este modo delimita al sistema con respecto a su entorno. En el caso de los sistemas sociales, esto sucede mediante la comunicación. La comunicación tiene todas las propiedades necesarias para la autopoiesis del sistema:

- Es una operación genuinamente social.

- Es una operación social porque presupone el concurso de un gran número de sistemas de conciencia, pero precisamente por eso, como unidad, no puede ser imputada a ninguna conciencia sola.

- Es social porque de ningún modo puede ser producida una conciencia común colectiva, es decir, no se puede llegar al consenso en el sentido de un acuerdo completo; y sin embargo, la comunicación funciona.

Es autopoiética porque (otra versión del mismo argumento):

- En la medida que sólo puede ser producida sólo en un contexto recursivo con otras comunicaciones y, por tanto, sólo en una trama cuya reproducción concurre cada una de las comunicaciones.

Distinción entre un proceso biológico y la comunicación es que esta última es una operación provista de la capacidad de autoobservarse.

La comunicación, como operación, no produce sólo una diferencia. Sin duda que lo hace; pero para observar que esto sucede, también usa una distinción específica: la que existe entre el acto de comunicar y la información. Esto no significa sólo que la identificación del acto de comunicar como acción es elaboración de un observador, es decir, la elaboración del sistema de la comunicación que se observa a sí mismo. Esta idea significa, además, que los sistemas sociales (incluida la sociedad) pueden construirse sólo como sistemas que se observan a sí mismos.

Así ninguna autoobservación está en condiciones de comprender la plena realidad del sistema que ella realiza: puede sólo elegir soluciones sustitutivas. Lo cual sucede mediante la elección de las distinciones con las cuales el sistema efectúa autoobservaciones. En este caso el sistema debe poder fundamentar la distinción sistema-entorno, es decir, debe poder distinguir entre autorreferencia y heterorreferencia. Esta distinción es efectuada en el sistema. Podemos decir también que ella misma es una construcción del sistema.

En consideración a esta imposibilidad de captar la plenitud del ser y de hacer al sistema transparente para consigo mismo, surge un complejo producto de distinciones, que guían el proceso de observación del sistema, lo orienta hacia adentro o hacia afuera, según sea la parte de la distinción dentro-fuera que esté indicada.

Un sistema social y, naturalmente, de modo especial, una sociedad puede observarse a sí misma, simultánea o sucesivamente, de maneras muy diversas, que aquí llamaremos policontextuales. No existe, pues, ninguna coacción de parte del objeto para la integrción de la observación. El sistema hace exactamente lo que hace. Si ahora pasamos al tercer nivel, en el que se debe tratar la especificidad del sistema de la sociedad, se hace posible observar, en toda su evidencia e importancia, los problemas de la multiplicidad de las posibles autoobservaciones. Y en efecto la sociedad, como sistema social omniabarcador, no conoce sistemas sociales más allá de sus fronteras. Por lo tanto, no puede ser observada desde fuera. En otras palabras, la sociedad constituye el caso extremo de la autoobservación policontextual, el caso extremo de un sistema que esta constreñido a la autoobservación, sin actuar para esto como un objeto, sobre el que pueda existir sólo una única opinión correcta, de modo que todas las desviaciones puedan ser tratadas como error. Las autodescripciones no se producen de un modo casual.

La plausibilidad de las representaciones tienen condiciones estructurales y, en la evolución de las semánticas, existen tendencias históricas que delimitan fuertemente el espacio de las variaciones.

Clausura operacional y acoplamiento estructural

Cada observación sobre el entorno debe realizarse en el mismo sistema como actividad interna, mediante distinciones propias (para las cuales no existe ninguna correspondencia en el entorno). Toda observación del entorno presupone la distinción entre autrorreferencia y heterorreferencia, la cual puede hacerse sólo en el sistema. Toda observación del entorno estimula la autoobservación y toda distancia ganada respecto al entorno trae consigo la pregunta por sí mismo, por la propia identidad.

La clausura operacional trae como consecuencia que el sistema dependa de la autoorganización. Juntas, la clausura y la autoorganización, hacen que el sistema se vuelvan - y aquí se manifiesta la ventaja que proviene de la evolución- altamente compatible con el desorden del entorno o, más precisamente, con entornos ordenados fragmentariamente, en sistemas varios, pero sin formar una unidad. Podemos decir que la evolución lleva necesariamente a la clausura de los sistemas, la cual a su vez contribuye para que se instaure un orden general respecto al cual se confirmen la eficacia de la clausura operacional y la autoorganización. Precisamente en este sentido también la clausura operacional del sistema de comunicación que es la sociedad, corresponde al hecho de que surgen organismos móviles provistos de sistemas nerviosos y, por último, de conciencia; y la sociedad refuerza, precisamente porque la tolera, la multiplicidad desorganizada de las perspectivas de cada uno de estos sitemas de intranquilidad endógena.

Si se toma en consideración la tradición de teorías de sistemas, la tesis de la clausura suscita una cierta admiración. Y, en efecto, con la mirada dirigida hacia la ley de la entropía, la teoría de sistemas se había constituido en teoría de sistemas abiertos (y por tanto, neguentrópicos). Con clausura no se entiende aislamiento termodinámico, sino cerradura operacional, es decir que las operaciones propias del sistema se vuelven recursivamente posibles por los resultados de las operaciones propias del sistema.

Relaciones recursivas como éstas, en las que la conclusión de una operación es la condición de posibilidad de otra, llevan, sin embrago, a una diferenciación de los sitemas, en los que todo esto se realiza en un modo que con frecuencia es estructuralmente muy complejo, y llevan a una diferenciación de su entorno que existe en la simultaneidad. Llamamos clausura operacional al resultado de este proceso.

La sociedad es un sistema comunicativamente cerrado. Produce comunicación a través de la comunicación. Sólo la sociedad puede comunicar, pero no consigo misma ni con su entorno. Produce su unidad realizando operativamente comunicaciones a través de la reiteración recursiva y la anticipación recursiva de otras comunicaciones. Si se pone como fundamento el esquema de observación sistema-entorno, la sociedad puede comunicarse en sí misma sobre sí misma y sobre su entorno, pero nunca consigo misma y nunca con su entorno, porque ni ella misma ni su entorno pueden comparecer de nuevo en la sociedad, por así decirlo, como interlocutor. En efecto, la sociedad es posible sólo como sistema autopoiético.

Estar cerrado significa siempre estar incluido en algo que, visto desde dentro, constituye algo externo. En otras palabras, la construcción y el mantenimiento de los límites de un sistema -también vale para los seres vivientes- presuponen un continuo de materialidad que no conoce y no respeta estos límites. La cuestión que surge aquí es ¿cómo se configura un sistema? y, en nuestro caso, ¿cómo configura el sistema de la sociedad sus relaciones con el entorno, si no puede mantener ningún contacto con el entorno? Toda la teoría de la sociedad de la respuesta que se dé a esta pregunta. Por lo pronto podemos ver cómo el concepto humanístico y regionalístico de sociedad ha evitado el plantearse esta pregunta.

Volveremos a Humberto Maturana, hablaremos de acoplamiento estructural. Este concepto presupone que todo concepto autopoiético opere como sistema determinado por la estructura, es decir, como un sistema que puede determinar las propias operaciones sólo a través de las propias estructuras. El acoplamiento estructural, entonces, excluye el que datos existentes en el entorno puedan especificar, conforme a las propias estructuras, lo que sucede en el sistema. Maturana diría que el acoplamiento estructural se encuentra de modo ortogonal con respecto a la autodeterminación del sistema. No determina lo que sucede en el sistema, pero debe estarpresupuesto, ya que de otra manera la autopoiesis se detendría y el sistema dejaría de existir. En este sentido todos los sistemas están adaptados a su entorno (o no existirían), pero hacia el interior del radio de acción que se les confiere, tienen todas las posibilidades de comportarse de un modo no adaptado.

En este sentido toda la comunicación está estructuralmente acoplada a la conciencia. Pero la conciencia no es ni el sujeto de la comunicación, ni en cualquier otro sentido, el sustrato de la comunicación. Para esto debemos abandonar también la metáfora clásica según la cual la comunicación es una especie de transferencia de contenidos semánticos de un sistema psíquico, que ya los posee, a otro sistema. No es el hombre quien puede comunicarse; sólo la comunicaciòn puede comunicar. La comunicación constituye una realidad emergente sui generis. Los sistemas de conciencia también son sistemas operacionales cerrados. No pueden tener contacto unos con otros. No existe la comunicaición de conciencia a conciencia y no existe ninguna comunicación entre el individuo y la sociedad. Solamente la sociedad puede comunicar.

Para comprender la conexión entre conciencia y comunicación utilizamos el concepto de acoplamiento estructural. Este funciona siempre e imperceptiblemente. El acoplamiento estructural entre comunicación y conciencia, por su modo de funcionar sin ruido y sin visibilidad, no excluye absolutamente que quienes forman parte de la comunicación sean identificados en la comunicación o que además sea a ellos a quienes dirija la palabra. Los llamaremos personas, es decir, diremos que el proceso de comunicación está en condiciones de personificar referencias externas. Toda comunicación debe poder distinguir entre la información y el acto de comunicar o no sería posible distinguir la misma comunicación. En conceptos de Spencer Brown se podría llegar a decir que la utilización de estas referencias condensa personas o cosas, es decir, las fija como idénticas y al mismo tiempo las confirma, es decir, las enriquece con nuevas referencias de sentido que derivan de otros actos de comunicación.

A través de acoplamientos estructurales un sistema puede empalmarse a sistemas altamente complejos del entorno, sin que éste deba alcanzar o reconstruir la complejidad de aquél. La complejidad de estos sistemas del entorno permanece opaca para el sistema. Se trata de utilizar la complejidad ordenada (estructurada, pero no calculable) a la medida de las propias posibilidades de operación, lo cual en las sociedades significa linguísticamente. En el caso de que tales relaciones se desarrollen conforme a una recíproca coevolución, por lo que ninguno de los sistemas acoplados estructuralmente de esta manera podría existir sin ellas, se puede hablar también de interpenetración. El acoplamiento estructural regular entre sistemas de conciencia y sistemas de la comunicación se hace posible a través del lenguaje. Desde el punto de vista de la evolución, el lenguaje es un tipo de ruido extremadamente improbable. Al mismo tiempo, las posibilidades de especificación del lenguaje vuelven posible la construcción de estructuras de comunicación altamente complejas. Es decir, por una parte permiten que las mismas reglas del lenguaje se vuelvan complejas y luego caigan en desuso, y por otra parte permiten que se construyan semánticas sociales para la reactivación situacional de importantes posibilidades de la comunicación. Hay que aludir al hecho de que nos encontramos en contradicción con los presupuestos fundamentales de la linguística sausseriana: el lenguaje no posee ningún modo propio para operar, no debe ser manejado como el acto de pensar o como el acto de comunicar; y, consecuentemente, el lenguaje no constituye un sistema propio. Es y seguirá siendo dependiente del hecho de que los sistemas de conciencia, por una parte, y el sistema de comunicación de la sociedad, por otra, prosigan la propia autopoiesis mediante operaciones propias completamente cerradas.

 


1 | 2 | 3 | 4 |

Поиск по сайту:



Все материалы представленные на сайте исключительно с целью ознакомления читателями и не преследуют коммерческих целей или нарушение авторских прав. Студалл.Орг (0.005 сек.)